En marzo de 2025, España ha vuelto a situarse en el foco de atención tras la decisión de reanudar la extracción de mercurio en el histórico yacimiento de Almadén, ubicado en la provincia de Ciudad Real. Esta medida, anunciada por el Gobierno en colaboración con inversores privados, ha desatado un intenso debate: algunos ven en ella una oportunidad económica, mientras otros advierten sobre los peligros para el medio ambiente.

Un nuevo capítulo para una vieja historia

Almadén, el mayor yacimiento de mercurio del mundo con más de 2000 años de explotación, fue clausurado en 2003 debido a la caída de la demanda y las estrictas normativas ecológicas de la Unión Europea. Sin embargo, los avances tecnológicos, que utilizan el mercurio en la fabricación de electrónica y fuentes de energía renovables, han dado un nuevo impulso a este proyecto. La empresa Minas de Almadén y Arrayanes ha obtenido autorización para una extracción limitada, empleando métodos modernos de purificación que prometen reducir al mínimo las emisiones. Según estimaciones iniciales, la producción anual podría alcanzar las 500 toneladas.

Tensiones y promesas

El anuncio ha generado reacciones encontradas. Por un lado, las autoridades locales y los defensores del proyecto destacan la creación de empleos en una región económicamente deprimida, así como el fortalecimiento de la posición de España en el mercado global de materias primas. Por otro lado, ecologistas y científicos advierten sobre los riesgos de contaminación por mercurio, un elemento altamente tóxico que puede afectar a los ecosistemas y la salud humana si no se gestiona adecuadamente. Greenpeace España ya ha calificado la decisión como “un retroceso en la lucha por la sostenibilidad”.

Impacto en el horizonte

El Gobierno asegura que se implementarán controles estrictos, con inspecciones regulares y tecnología de vanguardia para garantizar la seguridad. Sin embargo, la oposición, liderada por el Partido Popular, ha cuestionado la viabilidad del proyecto y exige mayor transparencia sobre los contratos con las empresas involucradas. Mientras tanto, la Unión Europea observa de cerca, ya que el mercurio sigue siendo un material regulado bajo el Convenio de Minamata, del que España es firmante.

¿Progreso o peligro?

El futuro de Almadén está en juego. Si el proyecto tiene éxito, podría posicionar a España como un actor clave en la industria tecnológica moderna. Pero un paso en falso podría reavivar los fantasmas de la contaminación del pasado. Por ahora, la reapertura de la mina es un experimento audaz que divide opiniones y plantea preguntas sobre el equilibrio entre economía y ecología.

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